Exposición en formato RAW (III)

1.1. ¿QUÉ ES UN RAW?

Raw es una palabra inglesa que se puede traducir como crudo, sin elaborar.

Algunas cámaras permiten guardar en la tarjeta de memoria los datos que ha captado el sensor sin ningún tipo de procesado, en estos casos estaríamos trabajando en RAW. Cuando optamos por trabajar en JPEG la cámara interpreta los datos captados mediante una serie de algoritmos generados por los ajustes que seleccionemos de brillo, contraste, ajuste de blancos…

Es conveniente aclarar que todas las cámaras capturan en RAW, las menos profesionales simplemente consideran que el fotógrafo no está interesado en procesar las fotos y por tanto la propia cámara edita la toma para conseguir un resultado imprimible. Las cámaras dedicadas a profesionales y aficionados avanzados permiten guardar los datos RAW y posteriormente deberán ser editados en un ordenador para conseguir resultados adecuados para su uso. Ya que no se aplican efectos de mejora es normal que un JPEG luzca mucho mejor que un RAW sin procesar.

Es evidente que la capacidad de un programa de edición es muy superior a la que tiene la cámara, y que las posibilidades creativas y de ajuste son mucho mejores si trabajamos en RAW. Además no necesitamos configurar innumerables parámetros en la cámara para conseguir un resultado preciso y predecible, con lo que ello supone de inmediatez en escenas en que necesitamos reaccionar con rapidez. Además equivocarse en algún parámetro puede suponer mucho trabajo de edición posterior para conseguir resultados mucho peores que si hubiésemos optado por disparar en RAW. En concreto valores que exigen una cierta precisión como el ajuste de blancos son difíciles de configurar en la cámara sin bastante tiempo disponible, pero muy sencillos de configurar en un ordenador. Partir de un JPEG con un ajuste de blancos inadecuado puede ser un auténtico calvario para conseguir una reproducción cromática aproximada, mientras que hacerlo desde un RAW no supone ninguna dificultad, ya que, recordemos, es un parámetro que no afecta a la toma. A la toma en realidad sólo le afectan los valores de ISO, tiempo de exposición y diafragma, todo lo demás es editable con posterioridad.

Pero RAW no es un formato. Es una forma de guardar los datos sin modificaciones. Una vez realizada la captura cada fabricante establece la mejor manera de convertirlos a un archivo digital. Así Nikon ha optado por NEF, Canon por CR2… Por si fuera poco estos formatos no son un estándar, ni tan siquiera dentro de un mismo fabricante y cada cámara tiene su propio RAW, que encripta en ocasiones parte de la información. Debido a ello muchas veces algunos programas no son capaces de interpretar los datos que contiene el archivo hasta que es actualizado a una versión compatible. Para intentar poner algo de orden en este caos, en 2004 Adobe publicó el formato DNG (Digital Negative Specification), un formato abierto y unificado que algunos fabricantes como Samsung, Ricoh, Pentax, Leica o Hasselblad ya utilizan en sus cámaras como formato nativo.

El formato JPEG tiene otra limitación, comprime los datos que contiene con pérdida de información apreciable. RAW es un formato sin compresión (aunque algunos fabricantes ofrecen también la posibilidad de comprimir los datos sin pérdida o con una pérdida despreciable), ocupando muchísimo más espacio de memoria que el JPEG. Pero sin duda el control que tenemos sobre nuestras tomas y el escaso precio de las tarjetas y discos duros, bien compensa esta diferencia.

Arroz

En situaciones de luces complejas la capacidad de ajuste posterior a la toma que nos permite disparar en RAW facilita enormemente la realización de ajustes finos, lo que llevaría un tiempo excesivo en la configuración de la cámara o simplemente sería inviable.

Nikon D300; MicroNikkor 60 mm AF 1:2.8 D; vel. 1/80 a f/10; dos unidades de flash SB 800 y reflector.

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